lunes, 19 de noviembre de 2007

martirizar la revolución es como divorciar la realidad de la conciencia

No sé por qué los seres humanos tendemos siempre a la santificación de nuestros hombres. ¿quizá porque no hay religión capaz de apaciguar nuestras dudas existenciales? o por el contrario ¿es un método -bastante eficaz- para hacer de los mortales, seres inertes incapaces de modificar su tiempo? en otras palabras, empiezo a dudar que es un método que paraliza mentes y cuerpos para hacer mas perdurable el accionar de los déspotas.
Esos hombres cuya último deseo -creo yo- fué ser vilmente recordado en una estatua de acero o márbol, o estampado en cualquier producto de mercado, se están preguntando quizá, si dejar sus vidas por una causa noble fue en vano. A falta de un dogma religioso, buscamos desesperadamente un guía de carne y hueso, cuanto más cercano a nuestros tiempo, mucho mejor, pero caemos en el error de martirizarlos e inconcientemente les profanamos todo lo humano que pudieron haber tenido.
Al santificarlos, empiezan a surgir las dudas, sobre cuán bueno o malo fué, los sentamos en el banquillo de la moralidad y dictamos su sentencia. Con suerte se transforman en dioses modernos por algunos fanáticos y si corren peor suerte, no son más que fundamentalistas revolucionarios, dando de comer a los conservadores de siempre que se regocijan frente a éstos juicios improvisados.
Se aleja cada vez más el concepto o la idea de revolución de nuetras cabezas, se convierten en fábulas o historias románticas para contar a los más chicos, y en esa nada permanecen inmóviles hasta que alguién los rescate de la literatura fantástica.
Se crea el conformismo entre la gente o lo que es peor, la indiferencia; que a corto o largo plazo desemboca en el desinterés de la realidad y la pérdida de conciencia.
"Conciencia de clase" que ahora sólo figura en los libros de historia mientras el individualismo planta bandera en cada uno de nosotros para quedarse a vivir. Es por éso que afirmo que ésto, responde a un mecanismo de parálisis física y cerebral dentro de la gran maquinaria del sistema en el que sobrevivimos.
No condeno por ésto el tinte romantico que tuvieron muchas (por no decir todas) de las vidas de éstos hombres que buscaban un mundo mejor, pero sacarlos de los altares sería, tal vez, el primer agradecimiento manifestado hacia ellos.
tierra y Libertad.

No hay comentarios: